Cada vez son más las personas que contratan un seguro médico privado en España. La cifra ha crecido en más de un millón desde 2013, después de que el gobierno hiciera recortes en la asistencia sanitaria pública en el punto álgido de la crisis económica.
Hoy en día, uno de cada cinco hogares tiene seguro médico privado, con un coste medio anual de 1.186 euros, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). El sector experimentó una tasa de crecimiento del 5,6% en 2018.
Algunos de estos nuevos clientes recurrieron a la cobertura médica privada después de haber tenido malas experiencias en el sistema de salud pública.
Cuando su marido murió en 2015 a causa de una infección contraída durante la quimioterapia en un hospital público, Tina, de 65 años, dio el paso. En 2012, un periodista de 41 años de edad llamado Pablo (nombre ficticio) decidió que no podía esperar más de cuatro meses para hacerse una gastroscopia para controlar su dolorosa acidez estomacal. Y Amanda, una diseñadora gráfica de 36 años, se asustó después de desarrollar síntomas similares a los que mataron a su padre de cáncer repentino en 2017.
Hay otras razones menos dramáticas para dar el paso: no ser elegible para tratamientos de fertilidad en el sistema público de salud, o simplemente porque su compañía pagará por ello.
Cortes drásticos
En 2012, el gobierno español, entonces dirigido por el Partido Popular (PP), anunció recortes drásticos en la sanidad pública. Con la crisis económica en pleno apogeo, el objetivo era ahorrar cerca de 7.300 millones de euros.
Cuando la inversión en la asistencia sanitaria pública comenzó a decaer, la satisfacción de los pacientes con el sistema también empezó a disminuir, sobre todo porque la gente estaba en listas de espera cada vez más largas para todo tipo de afecciones.
Poco después, las aseguradoras privadas comenzaron a ver un aumento en el número de nuevos clientes. Para 2017, había 11,5 millones de personas en un plan de salud privado, un aumento del 10% a partir de 2013.
Las fuentes del sector privado no ven una correlación directa entre los recortes de la asistencia sanitaria pública y el aumento de la cobertura privada. «La mayoría de nosotros pensamos que tenemos una excelente atención sanitaria pública», dice Ángela Milla, directora de salud de la aseguradora Axa. «El seguro privado es un modelo complementario que aporta comodidad y facilidad de elección».
Un portavoz de la asociación del sector asegurador Unespa afirma que el aumento de clientes se debe a que «las empresas y las pymes los ofrecen como un beneficio social muy apreciado por los empleados». Es una herramienta para retener el talento».
Una elección mortal
Javier, un ingeniero con ideas políticamente progresistas, comenzó a sentir dolores de estómago en el verano de 2013. A finales de año fue a ver al médico. «Le dieron cita con un especialista a mediados de 2015», recuerda su hija Belén. «Era un gran partidario de la sanidad pública, pero no podía entenderlo.»
Su estado se deterioró hasta el punto de ser ingresado en la sala de urgencias de un gran hospital madrileño, donde se le diagnosticó un cáncer de estómago. «Le dieron quimioterapia en el departamento de oncología. Estaba sucio, y desarrolló una infección bacteriana. Incluso las enfermeras nos animaron a tomar fotos y compartirlas», dice Belén.
Belén compartió en Twitter imágenes de la acumulación de suciedad en el alféizar de la ventana, en el lavabo del baño y en el piso de la ducha dentro de la habitación del hospital. «Mi madre Tina quería sacarlo de allí, pero él decía, «No, eso es lo que quieren que hagamos al cuidar tan mal de todo, que quieren echarnos.»»
Al final, Javier se resignó a ser transferido a una clínica privada, donde falleció un mes antes de la primera cita con un especialista que le habían dado a través del sistema público. «En ese momento, mi madre contrató una cobertura muy completa para mí y mi hermana», explica Belén.
Un sistema de dos velocidades
«Los principales impulsores de[la cobertura médica privada] son el deterioro, la saturación, las listas de espera y los recortes en los servicios», dice Rubén Sánchez, portavoz de la asociación de consumidores FACUA.
«La degradación del sistema público, que es una estrategia del PP, lleva a la gente a una doble cobertura, a un especialista privado que les permitirá saltarse la lista de espera», añade Marciano Sánchez Bayle, portavoz de la Federación de Asociaciones de Salud Pública (FADSP). «Sin embargo, todas las encuestas muestran que cuando las personas tienen un gran problema de salud, recurren al sistema público. Y lo que nadie menciona es que las empresas deducen el seguro que contratan para sus trabajadores, lo que significa que al final todos estamos financiando seguros privados».
«Corremos el riesgo de crear dos carriles de velocidad en nuestro acceso a la salud», afirma Juan Oliva, ex presidente de la Asociación de Economía de la Salud de la Universidad de Castilla-La Mancha. «Un carril rápido para los que tienen seguro privado, y un carril lento para los que no lo tienen. La salud pública es una institución muy sólida, pero si parte de la población la abandona, se romperá y se deteriorará».
Uno de los beneficios más apreciados de los seguros privados es el acceso rápido a las citas con los especialistas más solicitados, como ginecólogos y oftalmólogos. Si pudieran elegir, el 37% de los españoles irían a ver a un especialista privado, según cifras del Ministerio de Sanidad. Las encuestas muestran que el 74% de las personas con cobertura privada han acudido a un especialista en el último año, y la mitad de ellas se han sometido a algún tipo de examen médico. Este porcentaje disminuye significativamente cuando se trata de ver al médico de familia o de ir a la sala de emergencias.
Alberto, un ingeniero madrileño que sintió dolor abdominal, ya ha visto a tres especialistas y se ha sometido a cuatro pruebas desde noviembre. «Imaginen cuánto tiempo habría tomado en el sistema público», señala.
No hay necesidad de imaginar. Si fuera residente en las Islas Canarias, esperaría una media de 105 días, mientras que en el País Vasco esperaría 22 días, según los últimos datos oficiales. Otras regiones se encuentran en algún punto intermedio.
Amanda, la diseñadora gráfica, contrató el seguro privado ofrecido por su compañía cuando desarrolló síntomas similares a los de su padre, que murió de un cáncer con un componente genético. Fue a ver a un especialista.
«Mientras explicaba la situación, rellenó formularios para hacerme una gastroscopia y una prueba de intolerancia. Me vio dos veces hasta que el tratamiento funcionó», recuerda. Ya sea que sea necesario o no, esas pruebas la hicieron sentir mejor. Ella, al igual que los demás, fue una vez una orgullosa usuaria de la asistencia sanitaria pública. Hasta que dejaron de serlo.