Los bancos y las compañías de seguros son instituciones financieras, pero tienen diferentes modelos comerciales y enfrentan diferentes riesgos.
Tanto los bancos como las compañías de seguros son intermediarios financieros. Sin embargo, sus funciones son diferentes. Una compañía de seguros asegura a sus clientes contra ciertos riesgos, como el riesgo de tener un accidente de coche o el riesgo de que una casa se incendie. A cambio de este seguro, sus clientes les pagan primas de seguro regulares.
Diferencias clave entre bancos y aseguradoras
Los bancos aceptan depósitos a corto plazo y otorgan préstamos a largo plazo. Esto significa que existe un desajuste entre sus pasivos y sus activos. En caso de que una gran cantidad de sus depositantes quieran recuperar su dinero, por ejemplo, en un escenario de corrida bancaria, es posible que tengan que obtener el dinero rápidamente.
Sin embargo, para una compañía de seguros, sus responsabilidades se basan en ciertos eventos asegurados que suceden. Sus clientes pueden obtener un pago si ocurre el evento contra el que están asegurados, como el incendio de su casa. De lo contrario, no pueden reclamar a la compañía de seguros.
Si bien es posible cobrar ciertas pólizas de seguro antes de tiempo, esto se hace en función de las necesidades de cada individuo. Es poco probable que un gran número de personas quiera su dinero al mismo tiempo, como ocurre en el caso de una corrida bancaria. Esto significa que las compañías de seguros están en una mejor posición para gestionar su riesgo.
Otra diferencia entre los bancos y las compañías de seguros está en la naturaleza de sus vínculos sistémicos. Los bancos operan como parte de un sistema bancario más amplio y tienen acceso a una organización centralizada de pagos y compensación que los une. Esto significa que es posible que el contagio sistémico se propague de un banco a otro debido a este tipo de interconexión.
Sin embargo, las compañías de seguros no forman parte de un sistema centralizado de compensación y pago. Esto significa que no son tan susceptibles al contagio sistémico como los bancos. Sin embargo, no tienen ningún prestamista de última instancia.